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Las Perlas del Foro de Señales de Humo

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El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

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Solteros contra casados (Elogio de la mentira) (20-4-2004)

1) Los prolegómenos. Los ríos de tinta empleados para convencernos de que el Madrid y el Atlético, cuando contienden hoy, juegan un partido de la máxima rivalidad son tan caudalosos como perfectamente inútiles: los aficionados que entienden un poco de fútbol no se dejan engañar por semejantes tácticas de la mercadotecnia, que constituyen una especie de “sopa boba” de escaso valor nutritivo. Era casi imposible que el Atlético sin Torres doblegase al Madrid, salvo que el Madrid tuviese un día muy aciago. Lo cierto y verdad es que, sin su “nueve” —que aún no es más que una promesa—, el Atlético bregaría a estas alturas de la temporada por no bajar a Segunda. La plantilla es mediocre y el coach —cuya ineptitud va a ser recompensada con una temporada más al frente del equipo— ha marginado a varios de sus hombres más aprovechables (Movilla, Contra, el propio Novo…) y premiado con la titularidad a voluntariosos ceros a la izquierda: Gaspar, Aguilera, De los Santos… (Sobre la institución nada añadiré a lo profusamente dicho desde que colaboro en esta página.)

El sábado por la mañana conversé con un amigo colchonero sobre el inminente match.  Llegamos a una conclusión: puesto que la victoria era punto menos que impensable, lo mejor para el club era perder, y perder por paliza, perder como el año pasado. (Los dos creemos que la gente del Calderón sólo despertará de su sueño de eras —hecho de embustes y resignada abulia—, si las derrotas se suceden como las tracas de un castillo de fuegos artificiales. Ya que el club está salvado del descenso, lo más útil para su supervivencia no es acabar en tal o cual plaza, al objeto de volver a Europa el año próximo, sino coleccionar resultados adversos.) “Lo que no quiero bajo ningún concepto es el empate” —remachó mi amigo— porque las tablas beneficiarían a Manzano y a los golfos belitres que nos desgobiernan”.

2) El acontecimiento. Ustedes habrán tenido ocasión de leer y escuchar a los portavoces del lobby merengue. Según esa banda tontainómana —consumen chaladura con la misma fruición con que otros le dan al porro—, el sábado se habría impuesto el legendario carácter del Real que siempre sale a relucir en los trances apurados. (Es un extraño género de carácter ese que se manifiesta una jornada sí y dos no, que aparece contra el Atleti y desaparece contra el Mónaco o el Zaragoza.) 

En realidad, el Madrid de ahora es un equipo de casados cuarentones y con barriga, pero el sábado a las diez se enfrentaba a un conjunto de solteros sin compromiso que no le dan una patada a un bote. (El carácter futbolístico está en las piernas y no en el resultado que es donde lo indagan esos próceres de la causa merengue.)

El carácter, la noche de autos, corrió por cuenta del referee que —como en docenas de derbis pretéritos, presentes y futuros— falsificó, falsifica y falsificará el resultado del encuentro a beneficio de los merengues.

En una entrevista, que concedí hace ya algún tiempo al As, afirmé: “El poder del Real Madrid envilece el campeonato”, pero el torpe —o astuto, vaya usted a saber— transcriptor de la frase y monaguillo blanco puso en mi boca otra muy diferente: “El Madrid envilece el fútbol”, con lo cual el sentido de la aseveración queda desvirtuado, pues más parece una salida de tono propia de un anti envidiosillo y tuerto por el rencor que el producto de la evidencia arrojada por el moroso transcurrir de innumerables ligas. En efecto, para todo el que no sea blanco del alma y necio de meninges, es un hecho probado que el Madrid salta al césped con el riñón bien cubierto de puntos. En este ejercicio la víctima de tan injusto y antideportivo hándicap será el Valencia, pero la cosa no va con él; va con el Madrid a cuya victoria son adictos demasiados forofos.

Pues bien, perdió el Atleti, pero no como hubiésemos firmado mi amigo y quien esto escribe sino al torticero modo que faculta a los Giles y Manzanos para comandar el disgusto de la modorra gente del Calderón.  El robo, innegable, ofuscará a los seguidores colchoneros, y así el inaplazable ajuste de cuentas de la afición con los sujetos que arruinan la entidad y sus valedores en los diarios quedará para el siguiente proyecto.

Sí, perdió el Atlético, resucitó el Madrid, y ganaron Gil y Manzano. Disculpen si no me felicito por el desenlace de tan épica jornada.

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