Columnas del Foro

Las Perlas del Foro de Señales de Humo

Sobre las Columnas

El Foro de Señales de Humo, a lo largo de su historia en múltiples formatos, siempre ha sido sinónimo, entre otras cosas, de calidad en los escritos de sus participantes. Aquí se ofrece el histórico de aquellos escritos que merecieron el "¡¡A Columnas!!" por parte del resto de foristas.

Recursos Sindicaciones

La Gran Via, Chicote y el Aleti

"Julia, arregla al niño que nos vamos a dar un paseo por la Gran Vía". Recordaba yo estas palabras, de mi padre a mi madre, cuando esta mañana enfilaba la carismática avenida por la plaza de España.
En aquella España plomiza, dar un paseo por allí era sugerente o, al menos, así lo recuerdo. Sería domingo o fiesta de guardar y había que arreglarse porque así se acostumbraba entonces, abandonando las vestimentas de diario. Justo al contrario que ahora cuando, habitualmente, dejamos para las fiestas nuestra ropa más informal, la casual wear que dicen los cursis. Y si se trataba de dar un garbeo por la Gran Vía, con mayor motivo, incluyendo, a la medida de las posibilidades, un mínimo de elegancia aunque sólo fuese para mimetizarse con la gente afortunada que acudía a sus cines y demás espectáculos.
Por la emblemática calle madrileña, cimbreaban sus cuerpos las chicas topolino, las modernas de la época que empezaban a representar a la futura sociedad de consumo, y los varones lucían chaqueta y corbata pues de otra manera no se les permitía acceder a los locales de entretenimiento. Cómo soñaba yo con hacerme mayor e ir de tal guisa al Coliseum, al Capitol, al Avenida, a todos, para poder ver las películas de estreno y abandonar los cines de sesión continúa.
¡Ay, la Gran Vía!, ideada como zona de ocio y negocio, como puerta de entrada a un Madrid cosmopolita con un toque muy a lo Broadway. Actualmente, las cafeterías, restaurantes y locales de ocio que no han desaparecido han perdido categoría, muchas salas de cine han desaparecido y otras agonizan lentamente. Notable cambio de paisaje y paisanaje, para peor en mi opinión. Cómo para peor también el cambio sufrido por el Aleti y su pérdida de categoría, pensaba yo. En cualquier caso, siento una inevitable atracción por un cierto embrujo de la Gran Vía, pues, para mí, perdura su esencia. Cómo hacia el Aleti. En esas estaba cuando había coronado Callao y me surgió una agradable idea que luego se tornó en lamentable. ¿Por qué no proseguir el camino nostálgico y, para evocar ahora mi juventud, no me regalo con un dry martini en Chicote? A ello, me dije. El ascenso hasta la Red de San Luís es casi imperceptible y luego, ya en franca bajada, cerca estaba la meta. A punto de entrar, en la famosa coctelería mi mirada se posó en una burda cartela, aunque discreta, como avergonzándose, anunciando un menú del día a 10 €. No me lo podía creer y volví a leer detenidamente el reclamo publicitario, confirmándome tal disparate. Por supuesto, ante inmenso horror no entré. Quiero conservar intactos los recuerdos de aquel bar en donde, entre otros menesteres, se dieron agasajos a la crema de la intelectualidad, se estraperleó con penicilina y se trapicheó con medias de nylon y con tabaco rubio americano. Como la mayoría sabéis lo regentó don Pedro, Perico para todos, cuyo espíritu liberal permitía la estancia en el bar de arriba a selectas benefactoras de la humanidad caliente. Por allí pasaron políticos como Eisenhower, escritores como Hemingway, estrellas de Hollywood como Ava Gadner, Charlton Heston, Orson Welles o Rita Hayworth; miembros de familias reales, científicos, premios Nobel, cantantes...
En la primera parte del bar tenían reserva las tertulias literarias y en la barra, entre la diversa clientela masculina se entremezclaban unas vistosas y, en lo posible, discretas chicas de alterne que, manejando un cigarrillo como seña de identidad, esperaban a una remunerada, ansiosa y breve amistad.
Ahora parece ser que el otrora afamado Chicote lo rige un desaprensivo que lo prostituye ofreciendo revenidas paellas a guiris de avalancha, y aquellos diligentes barmen expertos en la más exquisita coctelería, habrán dado paso, supongo, a unos oswalditos que temblarán ante la simple petición de un gin tonic.
¡Dios mío, qué cambio!, como el Aleti volví a pensar. Don Cesáreo, don Javier y don Vicente han dado paso primero a un mafiosillo hortera y después, empeorándolo, si cabe, a un par de cretinos, futbolísticamente analfabetos, carentes por completo del más esencial cariño por su club -su marca, mejor dicho-, sólo preocupados por su carácter mercantilista; los que desprecian a una parte de la afición -la mayoría consentidora- y a la otra -la minoría critica- la odian. Un par de malandrines que permiten que se mancille la gloria del equipo con una vejatoria y absurda publicidad, necia y derrotista de equipo perdedor y afición sufridora; lo peor es que mucho se lo creen y lo han asumido, por desgracia, hasta con placer.
En fin, lo que prometía ser un agradable y prometedor paseo acabó de forma desastrosa. Los tiempos cambian y ni la Gran Vía, ni Chicote recuperarán jamás su esplendor pero por imperativo social, económico, costumbrista o por lo que sea. Por ser positivo, no me parece que ningún condicionante insalvable puede impedir la vuelta a la normalidad del Aleti. ¿Juntos, podemos?  
Posted: jun 28 2007, 12:00 por SDHEditor
Archivado en:

Comentarios

Aún no ha hecho nadie ningún comentario. Escribe alguno y sé el primero :P