Chavalín espigado, fiel compañero
Pocas cosas son tan importates en esta mundo, en esta vida, en nuestro paso por este planeta, como la fidelidad.
La fidelidad es el espejo del amor.
El amor es el sentimiento máximo. No hay otro como él.
Nada más triste que un amor que se muere, o se pierde, o se apaga.
Nada más melancólico que vernos en la obligación de abandonar algo o a alguien a quien realmente se ama.
Rubiales, mocoso lleno de pecas, sí, tú, ése que quiso como nadie
esta camiseta rayada que tantos y tantos queremos. Te vas y te
echaremos de menos
Chavalín espigado, fiel compañero, que sepas que sabíamos que, en
los momentos de la derrota, tu tristeza era comparable a la nuestra y
ese convencimiento siempre alivió nuestro dolor. Que sepas, tronco, que
cuando marcabas un gol, la indescriptible sensación que sentías
corriendo por la banda hasta detenerte y recibir a tus compañeros, era
la misma que la que nos hacia a nosotros saltar en nuestros asientos y
abrazarnos con el colega a nuestro lado, eufóricos en el tanto, plenos
en la victoria, y que esa tristeza y también esa dicha, nos hermana
contigo para siempre.
Que sepas, también, que sentimos en el alma que te vayas sin haber levantado ninguna Copa, ningun título.
Pero has de saber, igualmente, que nadie como tú va en nuestros
corazones, y recuerda que, cuando se muevan nuestra bufandas
colchoneras de un lado a otro, cuando nuestras gargantas canten el
himno alético, cuando choquemos nuestras manos en las gradas o cuando
lloremos de alegría en el triunfo, tú estarás con nosotros, para
siempre, compañero, cómo lo están aquellos que se fueron y no volverán
nunca, aunque quisiéramos que así fuera, ésos colchoneros en el
recuerdo. Este es tu verdadero Título y este no lo gana cualquiera por
muy futbolista que sea, por mucha pasta que gane o por muchas camisetas
que venda. Ese Título va bordado en esa camiseta invisible que todos
los atléticos llevamos siempre puesta y que estará pegada a nuestra
alma hasta el final.
Fernando, colega, amigo, compañero de viaje, que tengas mucha
suerte, porque, además, nadie se la merece más que tú. Por estar
siempre ahí con los tuyos, que somos nosotros; porque, como nosotros,
tener fe en el milagro que casi nunca se producía, por elegir entre
gloria y dinero, portadas y adulación, y Gloria y Fidelidad, aunque la
elección no fuese nunca fácil para ti y recibiéses por ello tanto
descrédito, críticas y desprecio. En nombre de la torcida colchonera,
Fernando, gracias. Allí donde vayas, has de saber que cientos y
cientos, miles de rojiblancos estarán a tu lado. Qué seremos
felices con tus éxitos, que seguirás siendo espejo para nuestra
hinchada, porque tú, chaval, eres un atlético de raza, fiel colchonero,
rojiblanco de pro.
Te esperamos en el Fondo, en la Grada, en la Tribuna Cubierta y
Descubierta, en el Anfiteatro de Fondo, Norte y Sur, en definitiva, en
tu casa.
Gato